Comentario
La otra corriente de la pintura francesa del siglo XVII es la que puede denominarse como del humanismo clásico. En este caso, los pintores están ligados a la ciudad de París en lugar de las provincias y quedan circunscritos a un tipo de arte oficial. En relación con esto está también la circunstancia de que estos artistas realizan su formación, y aun permanecen, en Roma, que entonces era el gran centro artístico europeo.Favoreció este estilo la aristocracia y aquella parte de la alta burguesía parisina que trataba de imitar a la Corte, y que al construir châteaux y hôtels propiciaron un tipo de decoración relacionado con esta pintura.Entre los artistas que trabajaron en torno a esta órbita destacaron de una manera especial Nicolás Poussin y Claude Lorrain, que si bien actuaron bajo unos mismos presupuestos, en modo alguno pueden identificarse, pues como ha señalado Pierre Francastel, "representan tendencias internacionales distintas desde un principio, y ni su gusto ni su acción pueden verdaderamente equipararse, a pesar del idéntico lugar reservado por ambos al paisaje".Como primer integrante de esta forma de pintura aparece con gran importancia por su trascendencia la personalidad de Simon Vouet (1590-1649), que, nacido en París, adquirió sus primeros conocimientos de la mano de su padre, Laurent Vouet. Fue un auténtico superdotado, de lo que es testimonio el hecho de que en 1604, cuando contaba con tan sólo catorce años de edad, cruzó el Canal de la Mancha para pintar el retrato de una dama francesa residente en Inglaterra. No mucho después, en 1611, acompañaba al embajador francés en Turquía para tomar notas gráficas de las curiosidades de aquella exótica nación.Al año siguiente regresaba a Francia, pero, al pasar por Italia, decidió quedarse una temporada que luego se prolongó durante quince años. Allí contó con el favor del cardenal Maffeo Barberini, que en 1623 era elegido Papa y tomaba el nombre de Urbano VIII, lo que le valió a Vouet el encargo de varios lienzos de santos para el Vaticano.En esta etapa italiana pasó en general por dos estilos fundamentales. Así, en los primeros años se orientó hacia una pintura de tipo caravaggesco, aunque con notas personales que le proporcionaron un carácter propio, de la que es ejemplo el Nacimiento de la Virgen de San Francesco a Ripa en Roma. Más tarde se fue encaminando hacia un acendrado barroquismo que caracterizó sus últimos tiempos italianos, siendo la obra más destacada de este momento el cuadro de La Virgen apareciéndose a San Bruno de la cartuja de San Martino de Nápoles.Acrecentada su fama, llegó ésta a París, lo que determinó a Richelieu a tratar de conseguir que el artista retomara a la capital para encargarse de la decoración de sus residencias y de las de la Corona. Para ello Luis XIII le ofreció tan golosas proposiciones como la del nombramiento de Primer Pintor del Rey, por lo que en 1627 volvió a pesar de que acababa de ligarse aún más a Italia por su matrimonio con la romana Virginia de Vezzo Valleri.A partir de entonces ejerció una gran influencia en la pintura francesa por formarse con él un número destacado de artistas y por sentar las bases de un tipo de decoración de interiores que poco después tendría su momento más álgido.En Francia su estilo sufrió una nueva alteración y se acercó al tipo de clasicismo que Poussin empezaba a imponer, al tiempo que también comenzó a cultivar la composición de tipo alegórico y poético que tan bien se prestó a la decoración de los interiores que se le solicitaban.Esta consistía en paneles rodeados de estuco en los techos de las estancias, mientras que en las paredes disponía grutescos entre los que situaba paisajes y grupos de figuras.En este tiempo decoró diversas salas para el cardenal Richelieu en los palacios de Rueil, Richelieu y el Palais-Cardinal de París, así como para el rey en el de Saint-Germain, hoy en el Museo del Louvre.A la muerte del cardenal y de Luis XIII siguió gozando del favor de Ana de Austria, para quien trabajó en el Palais-Royal, antiguo Palais-Cardinal, y en Fontainebleau, actuando también en la mansión del canciller Séguier.Gracias a su posición y consideración fueron bastantes los discípulos de Vouet que hicieron perdurar y evolucionar su estilo, destacando entre ellos por sus fuertes personalidades y la influencia que a su vez ejercieron, Le Sueur, Le Brun y Mignard.Eustache Le Sueur (1617-1655) se formó en el taller de Simon Vouet en cuyo estilo desarrolló casi toda su actividad, siendo además un pintor que gozó de gran consideración en su época y uno de los fundadores de la Académie Royale de Peinture et de Sculpture en 1648.Bajo las formas de su maestro, aunque atemperadas en su barroquismo, cultivó tanto la pintura religiosa, de la que fue uno de los principales artífices en la Francia del siglo XVII, como la profana. Dentro de la primera destaca la serie de veintidós cuadros de la vida de San Bruno que pintara para el claustro de la cartuja de París, y en la que puede apreciarse la influencia del estilo de origen italiano aprendido con Vouet, al que aporta su toque personal derivado del contacto con Poussin, quien dejó una ineludible huella en su obra.Por otro lado, en la pintura de carácter profano destaca su actuación en la decoración del Cabinet de l'Amour y del Cabinet des Muses del Hôtel Lambert de París, pudiendo señalarse en ellos la evolución sufrida por su pintura, ya que la primera estancia fue pintada entre 1646 y 1647 en un estilo directamente derivado de Vouet, aunque con un menor sentido barroco, mientras que en la segunda, pintada en torno a 1647 y 1649, aparece como más independiente y se aprecia ya la influencia de Poussin y de Rafael, quienes determinaron el estilo de sus últimos tiempos.Sebastien Bourdon (1616-1671) fue un pintor contemporáneo de Le Sueur nacido en Montpellier. Formado sustancialmente en Roma y Venecia, adquirió un lenguaje barroco que utilizó a su regreso a París en 1637, aunque también tenía una gran facilidad para adaptarse a cualquier estilo, habiendo seguido en muchas ocasiones el de los Le Nain. Entre 1652 y 1654 residió en Suecia llamado por la reina Cristina, donde trabajó sobre todo como retratista, género que siguió cultivando con éxito a su regreso a París, momento en el que además se aprecia en su obra un apaciguamiento del barroquismo por influencia de Poussin. Tras residir entre 1659 a 1663 en su ciudad natal, donde contó con la oposición de los pintores locales, volvió de nuevo a París, llevando a cabo entonces lo más importante de su producción en un estilo en el que cada vez era más patente la influencia de Poussin.Pero quienes mejor encarnaron el espíritu clasicista de la pintura francesa del siglo XVII fueron curiosamente Nicolás Poussin y Claude Lorrain, los dos residentes en Roma y alejados físicamente de Francia.